Sesiones de Seguimiento: Febrero
- Patty Jimenez
- Jan 31, 2018
- 3 min read
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1. ¿Qué cosas nos hacen felices? ¿En qué momentos nos sentimos más afortunados?
2. ¿Con qué personas que son pobres, o que están marginadas nos hemos encontrado durante el proceso del Encuentro?
3. ¿Qué nos resultó más difícil, y qué más agradable de esta experiencia?
Iluminar: Mateo 5, 1-12
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomo la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino
de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma
a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo;
de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.
Según el mundo, este programa es una locura absurda. Hoy día parece ser que todos andan buscando dinero, poder, avance en la vida. El "ir a las periferias" al que nos invita el proceso del Encuentro resulta desafiante y difícil. ¿Quién quiere ir a donde están las personas más socialmente al margen, más diferentes, menos influyentes en la sociedad? Pero quizá la pregunta que nos tengamos que hacer más profundamente es ¿cuándo nos sentimos nosotros en la periferia? ¿Cuándo nos sentimos pobres, poco influyentes, poco poderosos y menos valorados por los demás? Y, entrando dentro de nosotros, reflexionar sobre cómo nos sentimos en esos momentos y cómo las bienaventuranzas pueden tener un eco dentro de nuestro corazón. Porque lo importante no es tener, valer, y poder según el mundo, sino vivir según la mente de Dios, sentirse hijos de Dios, saber que el Reino nos pertenece.



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